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¿Existe la alergia al jabón y detergentes? Aquí te lo contamos

La higiene es muy importante, pero ¿con qué estamos lavando?

¿Provoca alergia el jabón?

No, no soy un guarro, pero tengo alergia al jabón… De repente un día, un picorcillo insidioso te hace notar una zona enrojecida en la piel que no parece mejorar según pasa el tiempo y…

¡Empieza el baile!: un médico que te deriva a otro, pruebas y análisis sin fin que concluyen que padeces algún tipo de reacción alérgica, no se sabe muy bien si a tu jabón, al gel de baño, al detergente que usas para tu ropa…

Por desgracia esta situación no nos resulta muy ajena. Y no es extraño, dado el número de compuestos químicos, en fracciones pequeñísimas pero sumatorias, con los que estamos diariamente en contacto.

Desde nuestros alimentos, hasta el suavizante que usamos para la ropa, cantidades minúsculas de estos agentes ingresan en nuestro organismo por todas las vías posibles: inhalación, contacto e ingestión.

No es raro, pues, que llegue un momento en el que nuestro organismo nos lance un SOS en forma de una ligera alergia, como poco.

De hecho, existen estudios de universidades norteamericanas sobre productos tan habituales y supuestamente “inocentes” como ambientadores, cosméticos o detergentes y suavizantes para la ropa, que demuestran que contienen sustancias químicas peligrosas, incluyendo alguna clasificada como cancerígena.

Pero tendremos que lavarnos, ¿no?

Nosotros y nuestra ropa… Por supuesto. Pero que sea de forma segura. Por sorprendente que parezca, el agua ozonizada puede ayudarnos también en este aspecto, sustituyendo los detergentes agresivos que, de la ropa, pasan a nuestra piel. Pero empecemos por el principio…

El generador de ozono para el agua sirve para producir o generar agua ozonizada. Este agua reduce el jabón y detergentes en la colada y en la limpieza del hogar. Minimizando así los síntomas de las alergias.

Como todos podéis comprobar en una búsqueda rápida por la red, el jabón va prácticamente ligado a los orígenes de la civilización.

En tablillas de arcilla sumerias del 2250 a.C., se cita una fórmula para el lavado compuesta por cinco partes de ceniza y una parte de aceite. Es decir, desde la antigüedad existe la preocupación por la higiene, tanto personal como de la ropa.

Si necesitas más información sobre este equipo, te invitamos a que contactes con nuestro centro de atención al cliente en el teléfono 916 920 018, o si lo prefieres envíanos un correo a admin@ozonohogar.com

Sin embargo, lo cierto es que nuestra piel no está diseñada para ser lavada con jabón. Los ácidos grasos que la cubren están ahí por una razón: estas sustancias constituyen el cosmético natural de la piel, que no sólo le da una apariencia saludable y bonita, sino que la protege de las agresiones del ambiente, como el sol, la contaminación, el frío o los microorganismos (hongos y bacterias).

¿Cuántas veces hemos notado cómo el jabón nos seca la piel? La fracción alcalina, el irritante más común del jabón, es a menudo el culpable de esta sequedad. También los restos de detergentes en la ropa, tras el lavado, pueden provocar irritaciones y alergias, al ser absorbidos por la piel.

Entonces, ¿qué es el jabón?

El jabón es una mezcla de sustancias con propiedades tensioactivas (surfactantes); es decir, reducen la tensión superficial de las moléculas de agua, permitiendo que las grasas (suciedad) emulsionen con el agua y desaparezcan con el aclarado.

El poder dispersante del jabón le permite eliminar las partículas sólidas que constituyen la suciedad, manteniéndolas en suspensión, a fin de poder ser arrastradas inmediatamente por el agua durante el lavado.

La fabricación de jabón, a diferencia de otros cosméticos, que se fabrican mediante agitación de mezclas, se produce mediante una reacción química, la saponificación, que consiste en mezclar un ácido graso (de origen vegetal o animal) con un medio alcalino (hidróxido de sodio o potasio), lo que genera el jabón y, como subproducto, glicerina.

Tradicionalmente la ceniza era el medio alcalino. La química moderna ha refinado las materias primas, así como la técnica, pero la fabricación del jabón es básicamente la misma que hace dos mil años.

¿Cuál es la diferencia entre jabones y detergentes?

Tanto los jabones como los detergentes parten de la misma base, la diferencia está en que los jabones se fabrican a partir de sustancias naturales, como grasas animales y vegetales, mientras que los detergentes se elaboran a partir de materias primas sintéticas.

El jabón, como hemos indicado ya, es el resultado de la reacción química entre una base y un ácido graso (por ej. aceite de oliva, aceite de coco, etc…), es soluble en agua y, por sus propiedades detersorias, sirve para lavar.

El detergente, en cambio, es una mezcla de diversas sustancias sintéticas, muchas de ellas derivadas del petróleo, que tiene asimismo la propiedad química de disolver la suciedad. El primer detergente fue fabricado en 1907 por una compañía alemana.

Detergentes, salud y medio ambiente

Los detergentes contienen en su fórmula, como decíamos, uno o más tensioactivos derivados del petróleo. Además, incluyen sustancias que ayudan al agente tensioactivo en su labor, como los polifosfatos, los silicatos solubles y los carbonatos (que ablandan el agua, facilitando el lavado en aguas duras) y los perboratos (que ayudan a eliminar manchas difíciles).

Los detergentes, suelen contener también agentes auxiliares como el sulfato de sodio (que evita que la suciedad se apelmace), blanqueadores ópticos (absorben luz ultravioleta y emiten luz visible azul), enzimas (eliminan manchas de restos orgánicos como leche, sangre, etc.), carboximetilcelulosa (es absorbida por los tejidos e impide que el polvo se adhiera a los mismos), estabilizadores de espuma, colorantes y perfumes.

Sustancias químicas que contienen los detergentes

Muchas de estas sustancias son, como poco, irritantes por contacto, además de contaminantes para el medio.

Estas sustancias químicas no sólo son potencialmente dañinas para la salud, sino que también, como ya hemos indicado, contaminan las aguas y dañan el medio ambiente.

Lauril sulfato de sodio

El lauril sulfato de sodio (SLS), por ejemplo, es un surfactante, detergente y emulsionante utilizado en miles de limpiadores industriales y productos cosméticos. Se encuentra presente en casi todos los champús, tratamientos para el cuero cabelludo, tintes, agentes blanqueadores, pastas de dientes, jabones líquidos, productos de limpieza, bases de maquillaje, jabones líquidos para manos y detergentes.

A pesar de que el origen del SLS es el coco, la sustancia química no tiene nada de natural. El SLS es la sal sódica de sulfato de lauril y en su ficha Internacional de Seguridad Química está clasificado como: Nocivo en caso de ingestión. Nocivo en contacto con la piel. Provoca irritación ocular. Provoca irritación cutánea. Puede provocar irritación respiratoria. Tóxico para los organismos acuáticos. Asimismo, indica en el apartado de vías de exposición: La sustancia se puede absorber a través de la piel y por ingestión.

Dioxano

El 1,4-Dioxano, también conocido como dioxano, es un producto secundario de la etoxilación, un proceso barato que utilizan las compañías para hacer un poco más suaves los fuertes productos de limpieza.

La etoxilación implica la combinación de ingredientes de baja espuma con óxido de etileno (que es un conocido carcinógeno humano) para producir ingredientes menos fuertes y que generen más espuma. El resultado de este proceso es el óxido de dietilenglicol, 1,4-dioxano o simplemente dioxano, que contamina el producto final.

Según el Instituto Nacional de salud e Higiene en el Trabajo (INSHT), los efectos acumulados de la exposición al 1,4-dioxano. Incluso a niveles bajos (pocas partes por billón) dieron como resultado desarrollo de cáncer en animales de laboratorio. El 1,4-dioxano es absorbido fácilmente por mamíferos a través de los pulmones, piel y tracto gastrointestinal.

Los cosméticos (y presumiblemente, los detergentes) contaminados con dioxano también podría tener restos de otros contaminantes, incluyendo formaldehido, nitrosaminas y ftalatos.

Nonifenol (NP)

El Nonifenol (NP) es una sustancia usada principalmente en la fabricación de productos de limpieza como detergentes y, en menor medida, para otras aplicaciones como, por ejemplo, plaguicidas, resinas, etc. También se usa en la producción de etoxilatos de nonilfenol (NPE) que son frecuentemente utilizados como productos de limpieza de numerosos procedimientos industriales. Al igual que el SLS, el NPE es un surfactante barato no iónico que a menudo se utiliza como ingrediente en los detergentes de ropa.

El NPE es un disruptor endocrino, es decir, es una molécula muy parecida a la de los estrógenos naturales, por lo que nuestro organismo las “confunde”; esto puede causar problemas hormonales o incluso cáncer.

Según la ficha del MAPAMA (Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente), esta sustancia se puede absorber por inhalación, a través de la piel y por ingestión. Si la exposición a altas concentraciones es de corta duración, resulta corrosiva para los ojos, la piel y el tracto respiratorio. Su inhalación puede originar edema pulmonar que, a menudo, se pone de manifiesto pasadas algunas horas y se agrava por el esfuerzo físico. También altera los mecanismos endocrinos.

Fosfatos

Los fosfatos son el ingrediente principal de muchos detergentes y limpiadores para el hogar porque se rompen en partículas y remueven las manchas, permitiendo que se forme la espuma, que aumenta el poder de limpieza del detergente. Algunos lavavajillas contienen más de un 30% de fosfatos.

Sin embargo, existen problemas de salud y daños ambientales relacionados con los fosfatos. Los residuos de fosfatos o artículos que han sido limpiados con detergentes que contienen fosfatos son conocidos por causar náuseas, diarrea e irritaciones en la piel.

La mayor preocupación sobre el uso de fosfatos, son los daños ambientales que están ocasionando. Los fosfatos son difíciles de eliminar de las aguas residuales y a menudo terminan en lagos y ríos, provocando su eutrofización.

¿Nos olvidamos de la higiene, en ese caso, y volvemos a la Edad Media?

¿O hay alternativas?

¡Por supuesto que las hay! En la actualidad, cada vez más, se trata de volver a los orígenes, contando con las mejoras que la ciencia y la técnica han aportado a través de los años, por lo que es fácil encontrar equipos que ozonicen el agua. Asimismo, el agua ozonizada consigue una higienización perfecta de la piel sin necesidad de jabón de ningún tipo.

Por otra parte, si no queremos que los restos de detergentes y suavizantes que quedan en la ropa tras el lavado acaben provocándonos una alergia, como mínimo, la instalación de un ozonizador para lavadoras nos garantizará un lavado perfecto sin detergentes en agua fría, además de una ropa suave y esponjosa no hará ahorrar dinero, ya que gastaremos menos agua, electricidad y productos de limpieza.

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